jueves, 8 de abril de 2010

MIES VAN DER ROHE: PABELLÓN DE BARCELONA



Pocos edificios han tenido tanta influencia en la arquitectura moderna como el pequeño Pabellón Alemán para la Exposición de Barcelona en 1929, diseñado por el maestro Ludwig Mies Van Der Rohe. Este trabajo fue no solamente un punto de quiebre en la obra del propio Mies si no en la arquitectura moderna en general. El pabellón fue desmontado en 1930 pero reconstruido fielmente al original entre 1983-86 por un equipo conformado por Ignasi de Solà-Morales, Cristian Cirici y Fernando Ramos.

Como todos los estudiantes de arquitectura del mundo yo había estudiado este edificio en la facultad. Sin embargo al verlo en directo me pareció un tanto extraño, ya que todas las fotos que había visto de él eran en blanco y negro.


En el presente post reseñaremos algunas de las características y trascendencia de esta obra, así como sus no pocas referencias a la arquitectura tradicional japonesa.

Foto cortesía de bryan tranbanger

CONCEPTO

La radical composición del pabellón intentó representar la vanguardia de la República Alemana de Weimar (1919-33) y su recuperación tras la Primera Guerra Mundial. No era un pabellón para albergar a grandes multitudes, si no más bien, por sus modestas dimensiones y elegantes materiales, concebido para la recibir distinguidos visitantes, como el rey Alfonso XIII. La obra también sirvió para difundir nuevas corrientes artísticas como el neoplasticismo.


EMPLAZAMIENTO

El Pabellón Alemán se ubica en el extremo oeste de la Plaza de Carles Buigas, un espacio transversal al gran eje monumental del Montjuic que vincula visualmente en ambos extremos a la Plaza España y el Palau Nacional. En la intersección de ambas direcciones se ubica el espectáculo de la Fuente Mágica (originalmente se había asignado al Pabellón Alemán una ubicación más próxima a la fuente, pero Mies la rechazó por ser demasiado ruidosa, escogiendo un emplazamiento más sosegado). La obra se encuentra flanqueada por uno de los palacios feriales diseñados por el maestro modernista Puig i Cadafalch.


El Pabellón se emplaza sobre un podio rectangular recubierto en travertino, a la manera de los templos romanos, con una integración visual franca hacia la plaza al Este y un poco más indirecta hacia el Oeste (donde se conecta a un camino que lleva al Pueblo Español, una atracción de Montjuic), pero cerrándose en sus extremos más cortos al norte y el sur.

En el presente gráfico donde se aprecia la relación del pabellón con su entorno inmediato, la parte superior de la gráfica representa el oeste.

COMPOSICIÓN


La composición, basada en un juego independiente y ortogonal de planos, permite una absoluta fluidez espacial, tanto al interior del edificio como en su diálogo con el exterior, gracias a sus generosos ventanales. Esta concepción de fluidez y transparencia buscaba transmitir la idea de libertad y progreso de la República Alemana, en contraposición al extinto Imperio Prusiano.

Interior se integra al exterior. Foto cortesía de JuanVan

Mies van der Rohe organizó su pabellón en tres zonas: un patio de recepción, un núcleo edificado y un patio trasero. Los elementos verticales y horizontales que definen estas zonas se disponen con libertad, pero regidos por un riguroso orden geométrico, trabajados con precisión y maestría.


Al aproximarse al conjunto es claro el énfasis horizontal en la composición, la que se acentúa por la fuerza que le otorgan los grandes voladizos de la cobertura. La ligereza de las columnas de acero que los soportan les da a los techos un carácter etéreo, casi como si estuvieran flotando.


Pese a que el patio de ingreso se vincula visualmente hacia la plaza Buigas en forma diagonal, las escaleras de acceso nos fuerzan la entrada axialmente al edificio. Este espacio se halla presidido por una sosegada poza en cuyo fondo se ha asentado gravilla.


Los reflejos de la plácida fuente juguetean sobre los sobrios muros revestidos de travertino que la circundan, formando un espacio en U. En su lado más largo la pared del patio es acompañada por una banca chata y alargada.

Vista nocturna del exterior. Foto cortesía de soadkol

En el extremo sureste un pequeño ambiente de techo en voladizo ofrece una expansión de la poza, que hoy es una tienda de souvenirs.


El acceso al pabellón propiamente dicho requiere del visitante un giro de 180 grados. En lo personal me agrada mucho la potencia con la que Mies libera los planos de las paredes y el techo para definir el ingreso principal de una manera clara y contundente.

Exterior desde la poza. Foto cortesía de ivo76.

En contraposición a la solidez del muro, el ingreso principal está definido por grandes mamparas, las que combinadas con los ventanales del lado Este conforman una esquina ligera y transparente.

Ingreso. Foto cortesía de gocicca.

Pero si bien el edificio es vidriado algunos de los cristales son opacos, estableciendo un control de las vistas.

Ingreso. Foto cortesía de Liao Yusheng.

Otro de los elementos clave en el diseño fue la separación entre estructura y cerramiento. El techo se apoya en columnas metálicas en cruz, mientras las paredes se disponen tanto como elementos de soporte como para organizar el espacio.


En el interior, circunspecto y minimalista, el protagonista es uno de estos planos, recubierto con un exquisito ónice dorado. La solidez y elegancia de su textura contrasta con la cortina roja que lo enfrenta.
Foto cortesía de violeta beauregard

El último patio, completamente cerrado por una pared, presenta también una poza de agua más pequeña, y al acercarnos descubrimos la estatua Alba, de Georg Kolbe, dispuesta en el extremo opuesto de este pequeño patio de techo descubierto. Una experiencia distinta se tiene si se aproxima por la parte posterior del pabellón, en cuyo caso la escultura aparecerá como punto focal. En cualquier caso, la imagen de la estatua se multiplica en los reflejos del agua, los cristales o el mármol.

Foto cortesía de pacilalu
Desde el pasillo (...) se descubre la estatua sumergida por una avalancha de luz que la inunda , luz terrible, más brillante y clara, por el contraste con la penumbra del pasillo en cuyo fondo aparece la estatua, desenmarcada de su oscuridad medrosa y protectora.... (Foto cortesía de jack)

... Frühlicht -la luz nueva del crista- está alcanzando a la mujer. Pero la mujer no se despereza, no irradia esa luz, ni la luz la descubre chispeante de policromía, sino que, aplastándola con su peso, irritándola con su corrosión, la funde y evapora. La piel de la mujer muestra los desconchados que ya la consumen. La mujer trata de rechazar la luz con sus brazos, cubre su rostro, para resguardarlo con una sombra precaria.
Josep Quetglas. El Horror Cristalizado
(Foto cortesía de imagen sólo referencial)


MATERIALES

El lenguaje moderno del edificio, expresado en su composición formal, se resalta a través del uso de materiales: vidrio, acero, y cuatro tipos de mármol que recubren el edificio de concreto armado: travertino romano, mármol alpino verde, mármol antiguo verde de Grecia y ónice dorado de las montañas Atlas, en África. De hecho, las dimensiones del interior del pabellón provienen del bloque de ónice dorado que el propio Mies encontrara en un depósito de mármol en Hamburgo. Esto se debió a que había poco tiempo para la construcción y el bloque era el único que quedaba a la mano en los almacenes.

Detalle del ónice dorado. Foto cortesía de chad707.
Cortinas y mármoles

LA SILLA BARCELONA

La famosa Silla Barcelona, diseñada exclusivamente para el pabellón, fue una colaboración de Mies Van der Rohe y la diseñadora Lilly Reich, que basaron el diseño de la silla en la sella curulis, usada por los magistrados romanos, aunque obviamente se introdujeron variables ergonómicas, largamente experimentadas en los diseños de la escuela Bauhaus (de la cual Mies van der Rohe llegó a ser director).


De líneas elegantes y ligeras, estas sillas de cuero blanco descansan sobre una estructura de acero inoxidable, por primera vez usada en el desarrollo de mobiliario interior. Actualmente la Silla Barcelona es producida y comercializada por la compañía Knoll.

Interior. Foto cortesía de Liao Yusheng.

EL PABELLÓN ALEMÁN Y LA ARQUITECTURA JAPONESA

La arquitectura tradicional japonesa tuvo gran influencia en muchos maestros de la arquitectura modernista y moderna, desde Charles R. Mackintosh, hasta Frank Lloyd Wright. Muchos investigadores han encontrado paralelos entre el Pabellón Alemán y la arquitectura nipona tradicional, particularmente en cuanto a la marcada horizontalidad en composición formal, la independencia entre columnas portantes y tabiques divisores del espacio, la asimetría, la organización espacial, la dinámica secuencia de movimiento, la integración del edificio a la naturaleza, e incluso la utilización de estanques de agua, predominantemente serenos.

El edificio y el agua. Izquierda, Pabellón alemán de Barcelona. Derecha, Kinkaku ji, Kioto.

Este autor, por ejemplo, subraya la composición en torno a una plataforma, la independencia de los elementos horizontales, la integración visual y espacial entre interior y exterior y las vistas predominantemente diagonales que se encuentran tanto en templo de Ryoanji en Kioto y el Pabellón de Barcelona.

Relación interior/exterior. Izquierda, Pabellón Alemán. Derecha, Jardín de piedras del Templo Ryoanji, Kioto.

Asimismo, la secuencia espacial de ambos no se encuentra regida por un eje axial, los espacios se concatenan casi libremente sin un objetivo específico, aunque regidos por un orden geométrico. La transición espacial entre el exterior y el interior es gradual, como lo es también el diferente grado de transparencia según el tipo de papel en la arquitectura japonesa o el tipo de cristal en la versión miesiana.

Fluidez espacial. Izquierda, Pabellón Alemán de Barcelona. Derecha, Templo Ryoanji, Kioto.

Pero además de las influencias que haya podido recibir Mies van der Rohe de la arquitectura japonesa, es indudable que esta obra ha ejercido notable influencia en muchos otros arquitectos nipones contemporáneos. Por ejemplo, la pátina de agua con gravilla ha sido utilizada en muchos proyectos de Tadao Ando, como el Museo de Sayamaike en Osaka o el Jardín de las Bellas Artes en Kioto.


Pero además, este pequeño pabellón ha servido de enorme influencia en muchas obras de la arquitectura moderna a lo ancho del planeta y por más de 80 años, incluyendo muchos estilos contemporáneos a los que algunos llaman “Neo-Miesianos”.

Foto cortesía de Julian Pierre


Mies van der Rohe, sentado en una silla diseñada por él.



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